El amor en los tiempos del cólera

Sylvia Villarreal
4 min readApr 6, 2021

Empecé a leer mi vida a través del amor en los tiempos del cólera, Este libro llegó a mí a los 22 años, como casi todo lo que he amado: sin buscarlo. Y después de leerlo me sentía con tanto enojo, amor y desamor. Sin saber qué hacer esos sentimientos comencé a escribir esta reseña como memoria de gratitud y contradicción a quien lo escribió, a quien lo hizo llegar a mi, a quien me recomendó escribir sobre él, y a quien le recayó todas mis incertidumbres sobre el amor de mi vida.

Contra el amor, y el alma misma lo sabe, este libro es un absurdo con una narrativa impecablemente estimulante porque qué otra cosa sería si no. Un hombre idealiza a una mujer hasta el punto de no reconocer una parte de su vida y que sólo se atrevió a vivir en clandestinidad por temor al carácter de su amada. Para la amada, cada quien fue como ella lo dispuso en su corazón, y para mí, no es distinto.

Florentino Ariza es un hombre sin coraje: “había pasado por encima de todo aún en los negocios más sucios del amor, con tal de no concederle a una mujer nacida como mujer la oportunidad de tomar la decisión final”. En el amor sin amor, en el que no daba nada y lo pedía todo viudas, prostitutas, negras y una niña habrían sido objeto de la mezquindad de un hombre, pero todas ellas, salvo la última, no se sentirían destruidas porque el dolor y la consciencia de ser mujer en esa obra pesan, es un dolor histórico y un dolor presente, lo que, me intrigó a seguir los pasos de sus vidas hacía las sombras en las que eran condenabas desde la intromisión que permitió el texto.

Ser una Diosa Coronada, no era un privilegio, no si eras la de Florentino Ariza, después de todo ella era la mujer a la que le mentiría para ocultar quién fue y quién era con toda la altivez de su vida. Las insensateces de él tenían una virtud, y es que evitarían las preguntas. Sin embargo, ella no le creía, estaba tan acostumbrada a su excesos poéticos, y no le amaba, estuvo dispuesta concederse la ilusión, sólo y exclusivamente, cuando no habría nada que perder.

Sin prisas ni arrebatos, tras los años de complicidad y conciencia contraída, desde el principio hasta el final fue el Doctor Juvenal Urbino con quién hizo un buen amor a pesar del pequeños enojos, y el gran desengaño.

El desengaño, como definen el odio, no era desamor, era el amor al contrario, y es tan profundo, que se sufre con las entrañas, al leerlo tenía destruido el corazón y no dejé de preguntarme: ¿Por qué no puede existir una convicción más fuerte a la pasión? Es posible, como dice el texto: “estar enamorado de varias personas a la vez, y de todas con el mismo dolor, sin traicionar a ninguna”. Lo dudo, la obra reflejó una realidad, al final, se traicionan a todas.

Bastó, “un instante para que él no se fuera sin saber cuánto lo había querido por encima de las dudas de ambos, y sintió un apremio irresistible de empezar la vida con él otra vez desde el principio para decirse todo lo que les quedó sin decir, y volver a hacer bien cualquier cosa que hubieran hecho mal en el pasado”. Después del adiós, la ausencia es sentir lo que ya no está, y para Fermina, fue comprender la ansiedad su esposo, “de ella lo amará con el mismo ritual con el que él la amaba”, una necesidad de encontrar en el otro lo que se da.

Desde que mi corazón alguna vez reconoció el amor, me sentencié a mi misma: “el amor de mi vida estará junto a mí a la edad de 80 años”, y hasta hoy esta frase me había acompañado con tanto cariño. Mis amores antiguos, presentes y latentes lo saben, aunque pluralizo en vano. Pero ahora temo dejar mi mano a la espera de ser encontrada por la ilusión en medio del tiempo y la cólera.

Amé y lloré su amor, entendí sus entregas y sus renuncias, y es que tal como dice el libro, “los seres humanos nacemos cuando la vida nos obliga a alumbrumbrabos a nosotros mismos”. Por eso, el amor en los tiempos del cólera “me enseñó lo único que tenía que aprender del amor: que la vida no la enseña nadie.” 22 años, mencioné, y no años despreciables como lectora, según esta narrativa, es la edad en la que una mujer pasa de ser deseada a ser desesperada. Y yo que tantas preguntas le tengo al amor, sólo busco una pizca de lucidez momentánea, como la de Fermina a elegir a Doctor Juvenal Urbino. Ya no quiero reconocer el amor a los 80 años, ni el último instante de mi vida. Aunque tampoco sé muy bien si el tiempo es ahora.

¡Gracias por leerme!

@sylvivillarreal

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Sylvia Villarreal

Sus prejuicios siempre más livianos y poéticos 🌹 @letrasdeunaabogada