Intimacy story

Sylvia Villarreal
6 min readFeb 1, 2022

Relación abierta

Límites imaginarios

Cuando relato esta experiencia las reacciones suelen ser de dos tipos. Una es aquella en la que se crea una expectativa de hipersexualidad y la otra como si fuera una respuesta a una pregunta no planteada un ‘yo no lo haría’. Y lo entiendo porque cuando pienso en mí antes de esta vivencia el miedos y el riesgo tenían una presencia recurrente en mi mente.

Después de 5 años Camilo y yo decidimos tener una relación abierta. Sentíamos que teníamos una relación e intimidad consolidada. Yo me sentí conectada profundamente desde el primer día que lo vi mientras dibujaba su rostro y él el mío. Con el tiempo esa conexión se hizo más fuerte en muchos aspectos. Así que cuando cada uno salió con una persona distinta no lo hacíamos por desdén sino con esa intención de seguir permitiéndonos ser.

Imagen tomada de Pinterest

Establecimos unos mínimos que queríamos conservar entre nosotros, con Amanda y Adrián. Camilo salía con Amanda y yo con Adrián. Amanda siempre fue muy atenta, a ella le importaba mi comodidad y mi sensibilidad. Se sentía una sonoridad en el aire. Además ella había manifestado que yo le parecía atractiva. Por su parte, Adrián me permitió conocer otra forma de amar, una atravesada de poemas y novelas. Para mí, Adrián fue una persona que me llenó de inspiración. Camilo y Adrián por su parte tenían una relación un poco más lejana, aún así, se reunieron en una ocasión para hablar de los sentimientos que compartían en razón de lo que sentían, incluso el deseo. Eso me sorprendió infinitamente. Yo también hablé con Amanda en varias oportunidades y aún cuando las conversaciones fueron mas cotidianas yo la sentía como una amiga. No obstante, todos estábamos en el último año de derecho y nos conocíamos. Esto nos hizo mas difícil distinguir nuestras propias fronteras, esos límites imaginarios que habíamos construido.

Uno de los acuerdos que establecimos era no comentar nada al respecto a nuestras familias y amigos. Básicamente, en la exterioridad éramos siendo Camilo y yo. Había una sensación de misterio y secreto. Juramos, que ni Amanda ni Adrián usurparían los espacios, tiempos y dinámicas de nuestra relación. Dentro de nuestros límites también pensamos que el contacto con otras personas sería más físico que emocional, aunque estaría presente porque no queríamos objetivizar a nadie. Hablamos de la importancia de mantener relaciones sexuales seguras. Les preguntamos a Amanda y Adrián si estaban con otras personas sexualmente y la respuesta fue no. Ambos casualmente tenían a sus parejas lejos, la pareja de Amanda estaba en un intercambio académico en España y la pareja de Adrián se acaba de ir a vivir a Argentina, lo que suponía una ruptura.

Otro de los acuerdos era saber. Tanto Camilo como yo queríamos saber cuándo se pasaba tiempo con el otro, qué ocurría y cómo nos sentíamos. E incluso, mientras hablamos al respecto tratábamos de preguntar cómo se sentía recibir esta información. Llegamos a esto porque creímos que así podríamos tomar desiciones asertivas. No diría que esto fue un error, pero cuando empecé omitir detalles por velar que Camilo se sintiera bien fue cuando empecé a sentir que estaba mintiéndole y mintiéndome a mí misma.

La primera vez que Camilo y Amanda estuvieron juntos fue desgarrador. Insistí en saber todos los detalles. Pasé toda la noche llorando inconteniblemente en el suelo de mi habitación. Sentía un tirón intenso en mi abdomen, dolía saber y mi dolor se ubicaba allí. Entre las lagrimas recordaba una idea a la que había llegado tras en una conversación con mi padre hace mucho tiempo. Él afirmaba que el engaño existía en todas las relaciones. Acertado o no, ante tal sentencia recordaba haber pensado que si es casi inevitable que tu pareja tenga deseos o sexualidad con otras personas permitirlo en mi relación era evitar ser engañada y ahorrarme la desconfianza y culpabilidad. Así, al sentir la luz del día siguiente me sentí tranquila.

No recuerdo la primera vez que vi a Adrián. No recuerdo qué me gustó exactamente él. Tampoco recodaba haber cruzado palabras con él durante los 4 años que llevaba estudiando derecho. Pero tenía la sensación de que lo conocía por eso me atreví a aceptar su invitación y hacerle una propuesta que nunca imaginé que haría. Me dijo que sí. Y sin tener una nominación más precisa amante parecía ser lo que él era para mí. Habíamos leído la definición del amor* de la RAE y coincidamos que era insulsamente poética. Coincidimos también en pasillos y él creía que yo era una mezcla entre Madame Bovary** y Fermina Daza***. Se sentía que hasta el mismo Sabina nos retrataba en algunas de sus canciones. Todo era una idealización de la idealización. La primera vez que estuvimos justos fue en su oficina, fue emocionante e intrépido. Rápidamente lo que debía ser solo sexual se convirtió en algo más. Y yo preferí no rehuir a su mirada y fingir que no significaba, que no era o que no debía ser.

Imagen tomada de Pinterest

Los espacios se hicieron demasiado estrechos, habían rumores de latentes engaños, los límites que tardamos tanto tiempo en construir se desvanecían uno a uno. Llegó un punto en que todos estábamos demasiado involucrados emocionalmente y la responsabilidad emocional empezó a ser un pensamiento en cada cosa que hacíamos. No era fácil y sí desgastante. Así que mientras Adrián y yo compartíamos ilusiones literarias. Camilo y yo teníamos largas conversaciones donde terminábamos agotados y con ciertos disgustos. Volvíamos una y otra vez a recordar el cariño, la complementariedad y las complacencias que nos habían llevado al lugar exacto dónde nos encontrábamos. Sin embargo, el día seguía teniendo la misma cantidad horas, debía llegar acabo mis asesorías y representaciones jurídicas asignadas, pasar tiempo con mi familia, comer, dormir, bailar, mantener una relación con Camilo y, ahora, una con Adrián. Simplemente, no podía aplicar la leyes de la relatividad de Einstein, ni ser pareja de dos personas a la vez. Me sentía en una encrucijada y pronto parecía que tenía que tomar decisiones al respecto. Me aleje, asumí que debía tomar distancias para permitirme buscar espacios de pensamiento. Después de muchos intentos y algunos reencuentros la distancia fue posible. Me refugie en mis diarios, en aquellos cuadernos en donde atesoro todos los recuerdos.

Han pasado 3 años y hoy cada uno esta en relaciones independientes. En esa experiencia me vi a mí misma en una faceta que desconocía, esto me implico afrontar cosas no sabía cómo gestionar, cometí inexorablemente muchos errores. Todos lo hicimos en mayor o menor medida. Todos arriesgamos alguna emoción o sentimiento. Nos arriesgamos al cambio que implica vivir nuevas experiencias. Amé intensamente. Y esa sensación se refugia en mis recuerdos con mayor amplitud que muchas otras. Amé construir límites imaginarios, tengo una tendencia a la autodisciplina, pero amé mucho mas permitirme cambiarlos.

Acotaciones

*Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.

** Personaje principal en el libro ‘Madame Bovary’ de Gustave Flaubert.

*** Personaje principal en el libro ‘El amor en los tiempos del cólera’ de Gabriel García Marquez.

¡Gracias por leerme!

@sylvivillarreal

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Sylvia Villarreal

Sus prejuicios siempre más livianos y poéticos 🌹 @letrasdeunaabogada