Escribir

Sylvia Villarreal
3 min readApr 12, 2023

En el último año mi vida ha estado tan llena de inmesidad y me he entregado tanto al momento que escribir sobre ella se me ha hecho insípido. Me he sentido abrazada por el amor de pareja, de la vida que ha crecido en mi interior, de las bellas rutinas de familia y el sentimiento exacerbado que surge ante el amor incomensurable que siento hacia mi bebe. También, he tenido que abrazar a mi nina interior con tal calidez que me permita mantener esa sensación de recogimiento sin que ella, esa niña que fui, se prenda fuego y se incinere tras la búsqueda de memorias y respuestas que hubiera preferido no oir. Esto último lo he podido hacer a través de un acompanamiento terapéutico tras las inquietudes que me han sugirdo ante nuevas etapas en mi vida: ser esposa y ser madre.

Sin embargo, la escritura siempre me ha acompañado. Sin ella, siento una especie de vacío. Un vacío que cala en mi más fuertemente al reconocer que las letras han sido la manera en la que puedo expresar mis sentimientos con claridad, y a veces, entre medios, me permiten contar alguna historia. Hablar de mi, hablar de otros, del mundo siempre me resulta más fácil, más fasinante, más profundo cuando el había una vez se materializa en una ‘h’, una ‘a’ y las letras subsecuentes hasta llegar a la ‘z’.

Inicié el 2022 entre librerías y museos en Bogotá, probando cócteles por los 18 de mi hermana, me rechazaron en una beca doctoral y conocí al ser con el que decidí compartir mi vida.

Viaje con él a Barichara, Bogotá, Nueva York, San Diego, Tijuana, Los Ángeles y al Valle de Guadalupe. Decidimos vivir juntos. Visitamos a su familia en Charlotte, a mi familia en Bucaramanga y paseamos por Ciudad de México. La lista de lugares que descubrí es indescriptible. Desde un pueblo de realismo mágico hasta la capital del mundo occidental, desde sentir el frío y la nieve de invierno hasta tocar la arena del desierto, desde caminar sobre el paseo de las estrellas hasta descubrir la primera cava latinoamericana de queso. Amé cada atardecer en la playa, cada caminata de 16 kilómetros y hasta la vez que me perdí y nadie entendía mi inglés. Así como amé la comida mexicana que probé.

Bailé ballet en cada lugar. Tomé clases en @ballet.annapavlova. Intenté ir a clases en el @joffreyballet pero nos perdimos en el metro de NY. Tomé clases @conservatoriodedanzamexico. Fue maravilloso contrastar técnicas, escuelas, pedagogías. Aprendí más.

Las personas que conocí, abracé, despedí y extrañé siguen en mi corazón. Conocí lo que es ser y sentirse migrante. Inicié terapia individual y terapia de pareja e identifique en mi facetas que no me gustaba reconocer. Me sentí abrumada y emocionada con tantos cambios al mismo tiempo. Inicié mi podcast de poesía sonora titulado ‘Palabras sueltas’ (https://open.spotify.com/show/6XJEttiOUvHRSGhdmmni5v) y otro titulado ‘Pareja incómoda’ (https://open.spotify.com/show/2EEoWOJsI7PzSr3OCc7iLY) . Enseñé francés @letrasdeunaabogada.fr

Me embaracé y empezó una cuenta regresiva de 40 semanas. Descubrí lo que es el baby brain. Muchas decisiones, sensaciones y emociones han mantenido mi mente y cuerpo en un vaivén. Tomé clases de yoga y canto. Aumenté más de 10 kg. Le di más importancia a mi salud que a mi apariencia. He llorado de alegría y tristeza. He escuchado el latir de mi bebé. He sentido cada movimiento. He visto cada cambio en mi anonadada. Tuve miedo al parto. Tuve un parto precioso en tiempo, lugar, compañía y atención médica. Me comprometí en la playa y me casé en San Francisco con un ser que admiro (fue un sueño de un sueño este año a tu lado, te amo).

Lo mencione antes que mi vida cambió: otro pais, otra idiosincracia, otras espacios que habitar, otras formas y fondos de mis relaciones interpersonales, otros habitos, otra yo.

Uffff!

No sé por donde empezar a escribir.

¡Gracias por leerme!

@sylvivillarreal

--

--

Sylvia Villarreal

Sus prejuicios siempre más livianos y poéticos 🌹 @letrasdeunaabogada